ASTANÁ II ( o la verdad sobre Maika Mirapazos)

Se tiñó el pelo, se pintó las uñas y cogió el primer vuelo hacia Astaná, probablemente la ciudad más hortera del mundo. Lo hizo con la seguridad de estar haciendo lo correcto. En aquel momento no sabía si el destino era el adecuado, pero tenía claro que debía marcharse de la ciudad antes de que un futuro demasiado evidente se comiera todas sus ilusiones. Todavía echaba de menos todo lo que le ayudó a crecer y, en sueños, se imaginaba caminando de la mano de su padre por la ciudad o jugando al escondite en el callejón de la 23.

La ruptura fue dura, pero ahora, la niña llamada a convertirse en carne delincuente es una de las trabajadoras más valoradas del recién estrenado Jardín Botánico de Kazajistán, aunque allí nadie le reclama por su verdadero nombre. Su marido conoce conoce su secreto, pero él tampoco se refiere a ella como Maika.

Maika apenas guarda recuerdos de su pasado, solamente un pequeño muñeco de hojalata que encontró en el banco de un mendigo. Está especialmente orgullosa de su hijo, un precioso bebé de dos años. Al pequeño todos le llaman Pepe menos su madre, que le dice José. Porque en su bautismo, Pepe recibió el nombre de su abuelo, José Mirapazos. Nadie lo sabe todavía pero Pepe y José Mirapazos, nieto y abuelo, no se conocerán jamás.