viernes, 15 de mayo de 2009

PERSONAJES Y LITERARIOS IV











ÁNGELES

Abdenago (El lenguaje de las fuentes)


Le dije a mi prima que me dibujara un angelito. Asintió con la cabeza, cogió el lápiz de las Supernenas, afiló las plastidecor y se puso manos a la obra. Enseguida reconocí entre los rallotes a un angelote cualquiera de esos que nos invaden cada navidad en los portales de Bethelehem: niños imberbes con el pelo rizado y pecas, sonrientes, vestidos de blanco, con alitas y a los que se les presupone dotados de una voz aterciopelada. Sí, a priori, nuestros ángeles son así. El olor a chamusquina me llegó al rato, con eso de que San Miguel y otros de los suyos eran pro-Charlton Heston y venían armado y con espadas, para luchar contra el mal y protegernos. ( si es el ángel de la Guarda y nos pillan, siempre podremos alegar defensa propia, digo yo) El caso es que con todo esto me vino a la memoria Abdenago, ángel custodio de la castidad de María y, por ende, azote de los instintos más carnales de José, carpintero, padre y paciente. Al pobre hombre (José, quiero decir) le acosan unos seres que no le dejan ni dormir, y especialmente tiene a éste (al que bautiza como Abdenago) pegado a sus espaldas, enviado desde lo más alto para proteger sus intereses como padre de Jesús y esposo de María. Leer sobre Abdenago puede ser todo un shock, no sólo por la descripción física que hace Martín Garzo del personaje (constitución humana, expresión atormentada cercana al pathos laocooteniano, esfínteres incontrolados, respiración forzosa, voz metálica) o porque el autor lo dota de cualidades que según la tradición católica estos no poseen (como por ejemplo leer el pensamiento), sino por ese proceso de metamorfosis tan desagradable, agónico y degenerativo que lo acerca tanto a la especie humana y que casi nos degrada. Abdenago, al igual que otros que rondaban a José, estaba muy lejos, valga la redundancia, de cualquier imagen angelical. Más bien, todo lo contrario. Se les presenta como entes agresivos, violentos, vengativos, dispuestos a todo.

Sin duda alguna, si José es el verdadero protagonista (y merecido) de " El lenguaje de las Fuentes" (Gustavo Martín Garzo, 1994) por la trascendencia de su persona como padre de El Mesías, Abdenago es la gran revelación de la novela. De hecho, desde que la leí allá por el año 2002, estoy esperando una novela especialmente dedicada a las andanzas de Abdenago por la tierra...En fin, un ángel caído, como muchos otros.

PERSONAJES Y LITERARIOS III

VICTORIANOS...Y MORENOS

Dorian Gray (El retrato de Dorian Gray)
Armand ( Armand, el Vampiro/ Crónicas Vampíricas)


¿Qué tienen los malos literarios que tanto nos gustan?

1- Desvergüenza (...si, puede ser)
2- Que son un poco amorales (...sep, es posible)
3- Que casi siempre los pintan guapos, jóvenes y bien vestidos (...si, son gente de bien)
4- Que tienen una chulería de las que imanta (...casi seguro)
5- Que los malos casi siempre tienen una voz grave y muy sensual (...ouh, ouh, yeahhh)

¿Y que tiene la estética dandy que tanto me gusta? Pues no tengo ni idea, pero a veces me imagino en un gran salón victoriano y me imagino a dos caballeros rondándome. Uno Dorian, con bastón, arrogante, bien vestido, con una camisa de chorreras y traje claro, con un pañuelo bordado en la mano perfumando, tocado con un sombrero y con botas altas. El otro, Armand, también con botas altas y bastón, la cara blanca, la piel lisa, el pelo largo, vestimenta oscura. Capa. Mirada penetrante. Entre los dos, no sabría cual elegir. De Armand, el vampiro más bello y atractivo del mundo, me atraería su bondad y sus artes amatorias, pues según Anne Rice, llegó a ser uno de los vampiros más viejos del mundo, habiendo sucumbido y dado placer a hombres y mujeres por igual desde el Estambul de los persas a la Italia del Renacimiento, pasando por el París de los años XX. Y del señor Gray pues me gustaría esa pedantería, ese no saber estar, esa arrogancia, y, sobre todo, esa crítica a la sociedad de doble moral en la que Oscar Wilde se vio obligado a sobrevivir. Ambos, Armand y Dorian, son dos yogurines abocados, bien por la época que les tocó recrearse bien por el embrujo de sus autores, a las experiencias homosexuales y a la metrosexualidad literaria (tan guapos y perfumados y suaves y perfectos). Nada extraño en nuestros tiempos.

Si hay que poner un pero (siempre hay uno, al menos) a los bellos de la literatura, es que a ambos se les encasquetó en unos cánones de belleza muy determinados: tez blanca, ojos claros,cabellos largos y dorados y organizados en tirabuzones, en definitiva, un tanto querubines para mi gusto. Personalmente, me quedo, y a pesar de que se aleje muy mucho de las descripciones literarias, con dos de las versiones cinematográficas de estos chicos: el Armand de “Entrevista con el Vampiro” (Antonio Banderas) y el Dorian Gray de “La Liga de los hombres extraordinarios” ( Stuart Towsend), ambos morenos y de ojos oscuros. (Curiosidad: Towsend fue el Lestat Lestat de Lioncourt de "La Reina de los condenados", cuyo libro original tambián forma parte de la saga de las Crónicas vampíricas.) Aunque eso sí, aunque a mí me gusten más morenos, ellos ( al menos estos dos) las prefieren rubias.

PERSONAJES Y LITERARIOS II

FIDEDIGNAS

Hélène Joncour (Seda)
Willermina Murray/Harker (Drácula)


Cuentan que el Genghis Khan se casó con una mujer de piernas fuertes, que sabía montar a caballo, que sabía utilizar un cuchillo ( no todo el mundo sabe cortar) y que tenía los ojos rasgados y la cara redonda como buena mongola. En la peli también aseguran que el gran Khan se enamoró de ella a los diez años y que la cortejó con un espolón óseo como de un gallo gigante. Y eso que a cada ausencia del Khan, dos, tres o cinco años, la mujer se quedaba preñada no se sabe a ciencia cierta de quien y el gran Khan, como buena persona adoptaba al bebé como hijo suyo a su regreso. Licencia narrativa con el fin de enriquecer la historia o no, el tema tiene su miga, porque ¿quién ha dicho que el amor es sinónimo de “tu coño es mi coño”? Pues nadie. El amor, fríamente, va más allá de todo eso de la monogamia, la intimidad y no se que historias más, espolón de gallo incluido. Y si no que se lo digan a Mina. La pobre maestra, está desposada con un ayudante de notario bueno, atento, dispuesto a una vida de lo más convencional que la hace sentirse de lo más afortunada pero, de repente, se ve ante la tentativa de sucumbir a los encantos de un malote de manual: guapo, con sonrisa canina, pelo largo, gafas a lo Lennon, rico, sensualmente despojado de conceptos como pecado, libertino,...Mina, tonta, lo que se dice tonta, no era. Así que se deja querer y piensa “para una vez que me pasa, como no voy a tener despedida de soltera ni boys, me dejo llevar, que este caballero desconocido y raro seguro que pierde las formas en algún momento”. Porque claro, si el uno es tan perfecto que casi no se atreve a cogerle la mano y el otro le muerde las muñecas y le come la oreja a base de acento rumano, pues no hay comparación. Al final, Stoker le dio la chica al bueno, por eso de la moral y por eso de que él también era bastante feo...

Otro caso diferente es el de la señora Joncour. Todo el libro pensando en la buena de Hélène, en lo ignorante de su vida, en que qué tendrá la china esa que debe ser la monda, en la inocencia, en el amor forever, en la fidelidad...y resulta que al final te das cuenta de que de tonta, poco. Y de ignorante, menos. De enamorada, mucho, eso sí. Como casi todas las mujeres, que intuimos menos de lo creemos y que sabemos mucho más de lo que presentimos. (¿Será por esa capacidad y paciencia de llevar a otros nueve meses dentro?). En fin, lo dicho. Que si la mujer del Gengis Khan cuyo nombre no se escribir demostró lo que es la fidelidad “a su manera” y el marido hasta le dio las gracias, el final de Seda es de los que dan una vuelta más a los esquemas: te das cuenta que las historias, igual que los amores, no han de juzgarse por como empiezan o como transcurren, sino por como acaban, porque muchas veces ese final, como el de Seda, es mucho más importante que todo lo que hay de por medio. Amor del bueno. Una historia de las grandes. Y de Mina, que queréis que os diga... por mucho Keanu Reeves de por medio, yo, me quedo con el malo.




jueves, 12 de marzo de 2009

PERSONAJES Y LITERARIOS I

LAS MADRES DE PALAHNIUK

Irene Casey (Rant)
Ida Mancini (Asfixia)



Sólo hace falta leer dos libros de Palahniuk para saber que su madre debió marcarle la vida. Quizá el secreto de todo sea intentar dar sus protagonistas treintañeros, hilarantes, alocados, pirados, de dudosa reputación sexual y adictos (en ambos casos) un origen cuasi divino, no tanto como el de El Nazareno, pero sí estelar e inexplicable, en el mejor o peor de los casos. Sólo un genio del humor podría dibujar con palabras a tales madres, la de Víctor y la de Rant, las señoras Mancini y Casey respectivamente.¿Pues no resulta que la primera no sabe ni quien es el padre de su hijo o la segunda pudo ser víctima de la violación de su propio abuelo, que luego fue su padre, su marido y finalmente su propio hijo? Y es que las madres de Palahniuk son, cuanto menos, especiales. Lo de Ida Mancini cambiando el tinte de las cajas en el Mercawoman "yuesei" es todo un atentado, sobre todo a la salud pública y capilar de las marujas de turno...Irene Casey, por su parte, ostenta ese dudoso honor de ser una auténtica mother bordadora estrellas, lentejuelas, vegetales varios, chapitas y remachados en la ropa siempre tejana de su hijo cuando éste ya los tenía peludos y la testosterona le sudaba por todos los agujeros de su cuerpo. Si la señora Reilly levantara la cabeza...bien orgullosa se sentiría (pero eso es otra historia).

No sé cual de las dos se merece más el gran galardón de la madre palahniuksiana, pero lo cierto es que el premio a la sorpresa y el disimulo vario se lo lleva sin duda la mamá del Tripas, también de este autor, por eso de que tenía al vástago destrozado por dentro tras haberse masturbado con la aspiradora de la piscina. Porque lo de que madre no hay más que una, es verdad, pero lo de que todo TODO tiene que probarse...

lunes, 9 de marzo de 2009

Divagaciones...(I)

¿Qué haces pequeño bastardo? ¿Acaso tus padres no te han enseñado que mirar a la gente fijamente es de mla educación? Sé que te gustan mis tetas, que te recuerdan a ese periodo infantil en el que recibías tu maná caliente cada cuatro horas. Olvídalo, todos los hombres intentáis recuperar esos momentos y es compltamente imposible. A lo mejor echas de menos la sensación de dormirte con un pezón entre los labios. No serás el primero y tampoco el último.Pero aún así, aunque esa forma de mirar y babear sea fruto de una remota añoranza infantil, no está bien que me mires metiéndote el dedo en la boca. Además, debes hacerte a la idea de que aquello no volverá. No, no me pongas esa carita triste porque, a pesar de mi media sonrisa, todavía sigo enfadada...!está muy feo eso de señalarm con el dedo!!
Tampoco entiendo muy bien porque te escandalizas. Se supone que, a diferencia de los tiempos que a mi me tocó vivir, hora estáis mucho más acostumbrados a estas cosas, que los desnudos son algo natural y que vosotros no veis pecado sino algo bonito y hermoso y que disfrutáis notablemente de la anatomía humana.

Aunque te resulte difícil creerlo, fueron pocos lo que me vieron en estas tesituras. ¿Qué crees ique es una contradicción? Oye !ni se te ocurra ponerme encima tus sucias manos!!! !Alejate de mi! !Fuera, lejos! !No no me toques! !Guardias, por favor, llevense a este niño de aquí! Menos mal que veo que viene un hombre por ahí debe de ser tu padre...te está advirtiendo. Deja de lloriquear...no ha sido para tanto...!Eres tan joven y tienes tanto por aprender!!!


Sí, tienes razón. Mi padre, por llamarlo de alguna forma, se quedó sordo, el pobre...Estaba atormentado y le gustaban mucho los toros, como a mí. Malditos franceses !cuantos desastres trajo aquella guerra!! Menos mal que vosotros nos ayudáis a sobrevivir, sino se perdería todo el pasado y volverían a cometerse los mismos errores. !Como ha debido de cambiar el mundo ahí afuera durante todos estos años!! ! Y yo aquí, encerrada!
Si, tienes que marcharte y visitar a los demás. Pero tranquilo, si quieres puedes volver a verme, siempre estoy por aquí.

Ups, se me ha vuelto a dormir el brazo....

viernes, 6 de febrero de 2009

El titiritero

Gracias a unas articulaciones prodigiosas, W. Amadeus Shwartz se convirtió en el titiritero favorito del rey José II de Hasburgo. Su éxito se basaba tanto en sus exagerados movimientos digitales como en el diseño de sus figuras, voluptuosas y rollizas mujeres sonrojadas de cinturas inimaginablemente estrechas que rompían con los moldes estéticos de la época.

Las féminas de W.A Shwartz causaban furor, no sólo en el monarca, sino entre todos los varones de la corte. En una ocasión, José II encargó a espaldas de la Reina Josefina un pase privado de las mujeres títeres en las dependencias de palacio Imperial de Viena. A la cita, además de numerosos aristócratas y políticos, también fue invitado Mozart, un tocayo de Shwartz cuya principal encomendación era poner la música con su violín al desfile de mujeres articuladas, dotándolas así de un mayor realismo y sensualidad. El pase fue un desastre porque, pese a la genialidad de los Wolfang Amadeus, el talento de ambos parecía fluir de manera descompasada.


Aquella idea de dotar a los títeres de vida (al menos musical) nunca abandonó la cabeza del antepenúltimo monarca del Sacro Imperio Germánico, Rey de Bohemia y Hungría y Archiduque de Austria, que falleció durante ese mismo invierno. Tan sólo un año después, también moría Mozart, convertido ya en uno de los compositores más importantes de todos los tiempos. W. Amadeus Shwartz expiró su último aliento tres años después en un pequeño apartamento de Viena, rodeado de pequeñas mujeres de cartón piedra que parecían prostitutas y condenado, como tantos otros genios, al ostracismo del anonimato generalizado.

lunes, 19 de enero de 2009

Amor, Amor, Amor




Jamás había presenciado un número tan bizarro en el puticlub del polígono: casi doscientos kilos de bailarina burlesque contorneándose en el escenario, delante de mis ojos. El maquillaje, como era de esperar, exagerado. El pelo, de plástico negro, brillane, con el flequillo recto y corto. Las joyas, falsas. El corsé vintage mínimo, incrustrado dentro de dos pechos demasiado grandes para cualquier mano humana. El espectáculo, grotesco.
Tras el dantesco baile, la llevé a una de las habitaciones de la primera planta. Pagué cuatrocientos euros por quedarme a solas con ella. Bebimos Cointreau con zumo de piña y taquitos de manzana (porque la Von Teese lo hace así, a pelo, y a ella le encantaba) y hablamos durante más de dos horas tumbados en una cama de agua con sábanas atriguesadas. Fue divertido. Me enseñó toda su colección de lencería XXL y ví una foto de su abuela peinándose la barba. Justo antes de que la manta de pelo rosa se convirtiera en nuestro único abrigo, le confesé mi extraña afición por introducirme clavos y objetos punzantes por la nariz. Lejos de asustarse, a ella le pareció una habilidad increíble para su futuro marido. Lo que viene a ser un amor a segunda vista.


Pronto nacerá un retoño, que no sólo aumentará nuestra familia, sino que nos hará muy felices. Si es niño, nos gustaría que fuera faquir. De momento, hemos encargado una cunita llena de pinchos...después, que haga lo que quiera con su vida.